miércoles, 22 de agosto de 2007

Posponer


¿Alguna vez te has encontrado “sacándole la vuelta” a algún asunto?, ¿Eres de los que te propones hacer algo y no lo cumples o no lo terminas?, ¿Haces lo urgente y dejas atrás lo importante?


Quizá tú seas una persona que ha adquirido el hábito de posponer, pero no entendido como una habilidad que te permite administrar tu tiempo y tus esfuerzos, sino como una forma de evitar la ansiedad.

¿Por qué la gente pospone?

Hay dos tipos de posposiciones, las constructivas y las destructivas, y a su vez, dos razones por las que la gente pospone.

Las posposiciones constructivas se distinguen por permitirle a quien pospone, la posibilidad de al canzar un bien mayor al que ha dejado para después, o permitirle prepararse adecuadamente para realizar la tarea en un futuro próximo. Es decir, que se pospone como una forma de permitir se la “acción” de hacer algo más importante y/o de mejor forma. El motor es el deseo de afrontar, de una mejor manera, los retos más importantes de la vida.

Las posposiciones destr uctivas son aquellas que se hacen para “no hacer”, y están encaminadas a eliminar (temporalmente) la ansiedad que nos produce la inseguridad de ciertas situaciones, dejándolas para después. Es decir, que el que pospone deja de hacer lo importante por hacer otra cosa que no lo es tanto, pero que no le estresa. El motor de este tipo de posposiciones es el miedo y la inseguridad
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El peligro de posponer destructivamente

Lo queramos o no, siempre habrá situaciones que nos causarán ansiedad y nos harán sentir inseguros; pero existen dos alternativas: 1.- trabajar, practicar y prepararse para confrontarlas o, 2.- evitarlas.
Desgraciadamente, no todo aquello que nos significa inseguridad puede evitarse sin tener pérdidas importantes para nosotros: hay cosas que no nos gustan, pero que tenemos que hacer si queremos conservar aquellas otras cosas que sí nos gustan.

El peligro de posponer destructivamente es que, cuando lo hacemos para evitar la ansiedad que nos produce confrontar las situaciones de estrés e inseguridad, y evitamos temporalmente algo importante, tarde o temprano nos veremos ante la misma situación pero con la desventaja de tener una acumulación de miedo y ansiedad; y lo peor: con una autoestima debilitada y aun menores posibilidades de afrontar correctamente aquellos retos.

A continuación, veamos dos ejemplos que nos permitirán entenderlo mejor. El primero tratará de un asunto que tal vez a muchos de nosotros nos resulte familiar: las exageradas consecuencias por haber evitado un miedo específico y de poca complejidad. El segundo ejemplo nos permitirá conscientizarnos sobre lo absurdo y dañino de sucumbir (y “posponer-nos”) ante múltiples miedos y falsos conceptos sobre nosotros mismos y los demás en las relaciones de pareja.

No necesito ir al dentista

Un hombre experimenta un dolor de muela. Sabe que sería recomendable ir al dentista para que lo revisen, pero siempre ha temido la anestesia y pospone su cita argumentando que no es para tanto; “no necesita ir al dentista”. Se siente bien durante un tiempo porque la ansiedad de recibir la inyección y que le duela no está presente.

Días después, mientras come un helado, sufre un dolor agudo y se percata que su muela ha sido sensibilizada por el frío, lo que indica que la caries que tiene ahora es más profunda. Piensa en hacer la cita, pero el miedo sigue presente y decide probar un remedio casero “buenísimo” que le recomendaron.

Pasan las semanas, y obvio, el dolor aumenta, ahora hasta el aire le produce dolor –uno mucho más intenso que el de una simple inyección-, razón por la cual, además, ha dejado de lavarse bien los dientes pues la abrasión de la pasta y el agua aumentan el dolor; pospone la cita hasta que no puede más y cuando llega a su consulta, el dentista le informa que el daño en su muela ya no se arregla con una simple curación, sino que ahora es necesaria un endodoncia, un procedimiento que consiste en extirpar el nervio. Además, la falta de higiene ha provocado más caries en otros dientes y, por supuesto, toda la curación ahora es mucho más dolorosa, prolongada y costosa. Lo más triste del caso: él es responsable de tener que recibir semejante curación, pues llegó a tal extremo por posponer su caso destructivamente.

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El amor no es para mí

Un adolescente ha pospuesto el hablarle a la niña que le gusta porque le causa inseguridad y ansiedad ser rechazado. Argumenta que por el momento es más importante concentrarse en la escuela que perder el tiempo en buscar una noviecita; pero en el fondo sabe que él desea relacionarse y que el dedicarse a sus estudios no es lo que lo motiva a aislarse, sino el miedo.

Durante un tiempo él no se siente ansioso porque ha pospuesto la situación que lo estresa, pero no pasa mucho hasta que nuevamente encuentra a otra chica que le gustaría conocer. La ansiedad regresa y en mayor medida, pues sabe que una vez lo intentó y pudo más el miedo que las ganas. Ahora no sólo siente miedo, sino la presión de que los demás adolescentes de su edad ya tienen novia. Decide nuevamente posponerlo para sentirse temporalmente mejor, encontrándole todos los defectos a la nueva chica cuando en realidad le encanta. Nuevamente, durante un tiempo se siente bien pero en el fondo acumula miedo y ansiedad; aparte se debilita su autoestima porque siente que no tiene las habilidades de los demás.

Una vez más aparece otra chica y ahora él, con baja autoestima y una bomba de ansiedad, sufre enormidades tratando de decidir si esta vez le hablará o no. Decide, a pesar de todos sus miedos, hacerlo, pero obvio, nunca lo ha hecho y es torpe y está súmamente nervioso porque ese evento no sólo significa hablarle a una chica sino comprobar de una vez por todas si “es capaz de ligar -como cualquier otro”. La chica nota en él nerviosismo, la torpeza y la rigidez; y lo rechaza.

El adolescente se siente abolido e incapaz (y de hecho hasta que no practique y confronte sus miedos, lo será): se ha hecho “realidad su peor miedo”: se cree y se autodenomina “incapaz de ligar”. Renuncia a hablar con las mujeres para siempre, justificando que “el amor no es para él”. Sin embargo, no es porque lo haya marcado el destino, sino porque –por posponer- nunca se ha dado la oportunidad ni el permiso de equivocarse y aprender algunas habilidades como: saber conversar, dar algún regalo o detalle, decir un cumplido, etc., podría aprenderlas y practicarlas con sus amigas.

Asimismo debe tener en cuenta que si en algún intento de ligue las cosas no le salen como quisiera por haber estado nervioso y temeroso, no pasa nada, no es el fin del mundo, al contrario, puede aprender de ahí muchas otras cosas: que es mejor no andar pensando en lo que puede salir mal ni en lo que los demás le dicen que debe mostrar, sino en relajarse y dejar que las cosas tomen su curso, dando él lo mejor de sí, siendo espontáneo y creativo. Así, permitiéndose interpretar el intento fallido como una práctica, consciente de que siempre que queremos aprender lo logramos, irá mejorando sus habilidades en lugar de tomar los fracasos como hechos determinantes de incapacidad.

Por último, ¿cuándo se vale posponer?

Se vale posponer –constructivamente- cuando: nuestra integridad corra peligro, cuando la situación a confrontar requiere de mejor preparación de nuestra parte y no hay repercusiones si uno se toma el tiempo para hacerlo, y cuando evitar el objeto de ansiedad no afecte nuestra vida ni nuestras metas.

Ejemplos:

Se vale posponer el trabajo cuando uno está enfermo, incapacitado o agotado (tienes la obligación de cuidar tu salud).
Se vale posponer un plan de dar clases si uno requiere prepararse más para impartirlo.
Se vale posponer el superar un miedo cuando el objeto de ansiedad no es probable que se nos presente: si temo a las pirañas y vivo en la Ciudad de México pues no vale la pena invertir el dinero y tiempo en tomar un curso para superar esa fobia ya que es muy poco probable que me encuentre con una, seguramente habrá cosas más importantes que hacer antes.


Resumiendo, las posposiciones constructivas nos ayudan a alcanzar nuestras metas y nos capacitan para conseguirlas, llevándonos al crecimiento personal y fortaleciendo nuestra autoestima. Las posposiciones destructivas nos alejan de nuestras metas y agudizan la ansiedad que provocan las situaciones que nos causan inseguridad, afectando nuestra autoestima; y esto nos va sumergiendo cada vez más profundo en tremendo círculo vicioso.

3 consejos para una mejor relación pareja


Tener una relación sana es una de las cosas más difíciles de lograr y, desgraciadamente, poco se nos enseña al respecto. Seguimos creyendo que con el amor es suficiente, pero no es cierto, también necesitamos prepararnos, aprender y esforzarnos para construir nuestras relaciones.

Aunque éste es un tema que da para muchos libros, consultas y ensayos, creemos que los siguientes 3 consejos, pueden ayudar para empezar a construir relaciones más sólidas y armónicas.

1. Establece claramente tus objetivos, reglas y acuerdos en tu relación.

Eso les permitirá a ti y a tu pareja orientar sus esfuerzos para conseguir aquello que consideran valioso y trabajar en equipo para el mismo fin. Recuerda que sobre advertencia no hay engaño. Hay que expresar lo que se puede y lo que no en nuestras relaciones, así evitamos confusiones y malos entendidos y se fija un verdadero compromiso que se puede validar en el cumplimiento y el respeto de las normas que se acuerden mutuamente.

2. No interpretes las acciones, ni las motivaciones de tu pareja al hacer o no hacer algo.

El amar a alguien no nos hace psíquicos ni adivinos, por lo que lo más prudente que podemos hacer cuando algo no nos quede claro o queramos conocer las intenciones de nuestra pareja, es preguntarlo. Lo mismo sucede a la inversa, no es correcto esperar a que nuestra pareja adivine lo que deseamos, lo que nos molesta o lo que esperamos; hay que expresarlo. Sólo así se evitan los problemas de comunicación. Nuestra base para actuar es la realidad y no nuestras ideas o creencias que pueden ser falsas. No interpretes el significado de los actos del otro: aunque te cueste creerlo, los expertos afirman que hay alrededor de un 80% de probabilidad de que te equivoques.

3. Aprende a entender y a hablar el mismo lenguaje de tu pareja.

Esto es un complemento al consejo anterior, y sólo se puede conseguir expresando y preguntando qué es lo que verdaderamente significan las palabras y los conceptos para ti y tú pareja. De este modo las cosas adquieren el mismo valor para ambos y se eliminan muchos malos entendidos que son provocados por la diferencia de apreciaciones. Aunque esto puede tomar años, puedes empezar preguntándole a tú pareja qué significan para ella: el compromiso, la confianza, los celos, la atención, la valoración del tiempo y el espacio individuales, el apoyo, y todas aquellas cuestiones que consideramos parte de una relación y por supuesto, su contraparte, aquellas cosas que nos molestan y podrían ponerla en riesgo.

Como mencionamos anteriormente, todavía hay mucho que hablar y decir sobre este tema. En próximos artículos te daremos más consejos que te ayudarán a disfrutar del placer de construir relaciones de pareja estables y enriquecedoras.

Autoestima


¿Sabes qué es la autoestima?, ¿Tienes una baja autoestima?, ¿Has intentado mejorarla sin resultados?

Afortunadamente, casi todos reconocemos que tener una buena autoestima es uno de los requisitos fundamentales que los seres humanos necesitamos si queremos llevar una vida plena y satisfactoria.

Sin embargo, aunque reconocemos su importancia, no siempre hacemos lo suficiente para conocer su verdadero concepto y las formas de adquirirla y conservarla, y desgraciadamente, nos hemos formado un concepto falso que mucho se aleja de la verdadera autoestima.

Nos limitamos a pensar que la autoestima es simplemente “querernos”, y muchas veces la tratamos de conseguir a través de afirmaciones positivas sobre nuestra persona o buscando la aprobación de los demás. Usamos “métodos” en los que nos decimos que somos “excelentes”, “únicos”, “hermosos” y “valiosos” y, aunque eso pueda -o no- ser cierto, la realidad nos muestra que no es suficiente para obtener una buena autoestima.

Si bien el nivel de autoestima está relacionado con nuestra autoevaluación, que a su vez, es una realidad innegable desde el momento en que desarrollamos una consciencia ésta no puede estar desconectada de nuestro actuar. No podemos esperar a que la autoestima nazca meramente del sentimiento de valía personal o de aquél que los demás depositen en nosotros, sino del trabajo diario que nos haga constatar esos valores en nuestro interior.

Si queremos lograr una buena autoestima debemos de comprender su función como fuerza motivadora y entenderla como modelo de funcionamiento que debe ser practicado.

Nathaniel Branden, uno de los autores más importantes en la materia, nos ofrece en su libro, Los seis pilares de la autoestima, la siguiente definición que nos ayuda a entender qué y de qué está formada la autoestima:

La autoestima plenamente consumada, es la disposición de sentirse confiadamente apto para la vida y está formada de dos componentes: el sentido de eficacia personal y el respeto a uno mismo, estos conceptos se relacionan respectivamente con la confianza en nuestra capacidad de pensar, de enfrentarnos a los desafíos básicos de la vida y la confianza en nuestro derecho de triunfar y de ser felices; de ser dignos y respetables, de satisfacer nuestras necesidades y carencias, de alcanzar nuestros principios morales y gozar del fruto de nuestros esfuerzos.”

Bajo esta óptica, La autoestima puede entenderse como el sistema inmunitario de nuestra conciencia, ya que nos prepara y nos recupera al afrontar los retos que nos presenta la vida; de manera que podamos ejercer nuestro derecho a la felicidad, y al igual que cualquier otro sistema, debe de ser nutrido y ejercitado.

¿Cómo?

En pocas palabras, desarrollando aquellas habilidades, hábitos y principios que nos acerquen a nuestras metas, confiando en nuestra capacidad de aprender, de perseverar y de crecer. No llevando a cabo prácticas autodestructivas ni saboteadoras; no permitiendo que nadie (especialmente nosotros mismos) atente contra nuestra dignidad, valores ni integridad. Actuando con base en la realidad, de manera responsable y sensata.

Como hemos visto, la autoestima, entendida únicamente como un sentimiento positivo por nosotros mismos que se consigue a través de recitar y recibir palabras bonitas, no es más que una ilusión de la autoestima.

El concepto real de la autoestima implica un compromiso con la vida y con nosotros mismos. Y tú, ¿estás haciendo lo suficiente para fortalecer autoestima?

Los Celos



¿Has tenido problemas con tu pareja a causa de los celos que te produce la relación que lleva con sus amigos(as)?

Puedes atribuir los celos a cualquiera de las siguientes razones: porque sus amigos(as) te impiden estar más tiempo sólo con tu pareja, porque no te caen bien, porque crees que muchas veces tu pareja prefiere pasar el tiempo con ellos que contigo, porque sospechas que alguno de ellos tiene otras intenciones con tu pareja, o porque simplemente lo sientes sin saber por qué. Pero la verdad es que los celos siempre surgen en y por ti.

Ningún factor externo es su causa, tú eliges sentirlos; sobre todo, el nivel en que lo haces. Su razón de ser es la inseguridad, misma que depende de tu autoestima. Si sientes que un factor externo como los amigos(as) de tu pareja o quizá hasta un pretendiente de tu pareja van a determinar lo que vales para ella, estás en un error.

La clave está en que elijas bien a tu pareja, que sepas que es alguien que te respetará y que te dará tu lugar; así no importará cuántos amigos(as) tenga porque sabrás que puedes confiar en el respeto que te guardará.

Sí, a nadie le gusta que haya personas pretendiendo a nuestras parejas y es normal sentir "celitos", pero si estos se vuelven un sentimiento fuerte que te quita el sueño, que te hace dudar de ti mismo y de tu pareja, y te provocan conflictos con ella, no son normales.

En esa medida, son un obstáculo para tu armonía personal y tu desenvolvimiento social. Recuerda que las personas, además de pareja, debemos tener amigos para completar nuestra dimensión social , que es una necesidad de todo ser humano y que nadie tiene derecho a interferir en ello. Si sientes celos de los amigos(as) de tu pareja por miedo a perderla, la solución no es alejarla de ellos, sino valorate más y valorar el espacio de tu pareja. Eso los unirá y fortalecerá sus lazos mucho más que los problemáticos y absurdos celos.

Ahora bien, si no confías en tu pareja y, sobre todo, si tus celos son justificados porque te han faltado al respeto o traicionado, entonces no tiene caso continuar, busca a alguien que sí te de tu lugar. Las relaciones son para compartir la vida, no para restringirla. Los celos son una elección.

El Miedo


¿Te has puesto a pensar realmente, qué es el miedo?

Para muchos, el miedo es un rasgo de cobardía e inclusive, de vergûenza, se nos ha educado para entender al miedo como un enemigo al que hay que evitar a toda costa, y cuando, inevitablemente, nos lo enfrentamos, nos quedamos paralizados, encima, nos sentimos débiles por tenerlo, se convierte en una fuente de sufrimiento, y todo porque nadie nos dijo realmente qué es y cuál es su función.

El miedo no es un enemigo, sino un aliado que nos ayuda preservar nuestra vida y aquellas cosas que consideramos valiosas. No es un rasgo de debilidad, sino una fortaleza de aquel que vive conscientemente.

El miedo es un reflejo natural de los seres humanos que nos avisa de manera consciente e inconsciente, cuándo debemos estar más alerta para proteger nuestra integridad.

Es por eso que no debemos intentar eliminarlo de nuestra persona, el miedo muchas veces es el responsable de que nosotros estemos a la altura de las situaciones, a él le debemos ese instante de reflexión que nos pudo haber salvado de cometer un error que nos hubiera puesto en peligro de perder algo que deseamos.

Es por eso que el verdadero miedo, el positivo, nunca nos debe provocar una parálisis, sino al contrario, debe ser un catalizador de una acción que nos ayude a preservarnos y crecer. En cambio, el miedo infundado, el destructivo, es aquel que nos paraliza y evita que hagamos lo necesario para superar los retos que nos presenta la vida.

¿Pero una vez que identificamos el miedo, cómo lo superamos, cómo lo convertimos en un aliado para conseguir nuestras metas?...Conociendo nuestra posición frente al objeto del miedo, analizando de qué forma podemos estár mejor preparados para afrontar las situaciones y tomar nuestras medidas. Es por eso que casi siempre tememos a lo desconocido, pero una vez que nos informamos acerca de las cosas, de los riesgos, acabamos por superarlo.

Recuerda que el miedo es un regalo, un don que te ayuda a protegerte en la medida en que lo utilices para actuar y preparte para estar a la altura de los retos que te presenta la vida. Por eso, no hay que temerle al miedo.

Decir no


¿Alguna vez te has encontrado haciendo algo que no quieres, cediendo ante tus propios intereses y sintiendote mal porque fuiste incapaz de decirle a alguién "No"?


Si tu respuesta es sí, seguramente también te has preguntado, ¿a qué se debe?... La respuesta podrás encontrarla en ti mismo, en aquello que piensas que pasará si dices ese díficil "No".

Las personas a las que se les dificulta decir "No" en realidad tienen miedo a perder la estima de aquellos que les parecen importantes. Empujados por el miedo a ser rechazados, aceptan hacer cosas a pesar de no desearlo; para ellos es preferible sacrificar su persona, que correr el riesgo de perder o dañar una relación que consideran importante.


Sin embargo, el error es que la relación más importante que debemos cuidar, es la relación con nosotros mismos. El actuar en contra de nuestra persona nos deteriora internamente dañando nuestra autoestima y por lo tanto, las posibilidades de obtener aquello que deseamos, incluyendo el aprecio verdadero.


Decir "Sí" a algo que está en contra de nuestros deseos, intereses y valores es decirle "No" a nuestra persona, es darnos la espalda y traicionar nuestra confianza.

Para aprender a decir "No" debes saberte realmente valioso, saber contar contigo mismo y prometer nunca traicionarte. Si eres respetuoso contigo, aquellos que te rodean percibirán tu verdadero valor. Sólo así sabrás que la estima que te tendrán los demás será real, es decir, que no dependerá de que les digas siempre que "Sí".


Aquellos que alejen de ti, porque no cediste a hacer algo que estaba en contra de tu persona, te demostrarán que no te quieren por lo que eres, sino por lo que puedes hacer por ellos. Aquellos que realmente te quieran, jamás se alejarán de ti sino cedes, porque precisamente te querran por lo que eres, por tus deseos, intereses y valores.

Cuerpo, mente y ansiedad


¿Conoces el papel del cuerpo en la ansiedad?, ¿Te has sentido ansioso sin razón aparente?, ¿Sabes como controlar la ansiedad?

Los seres humanos somos cuerpo y mente, sabemos muy bien que cuando logramos ciertos estados mentales podemos llevar a nuestro cuerpo a un mejor desempeño. Sin embargo, a veces se nos olvida que la regla también opera a la inversa: el estado de nuestro cuerpo también tiene -para bien o para mal- influencia sobre nuestra mente.

Esto puede parecer obvio en casos extremos, como cuando no podemos pensar correctamente por utilizar en nuestro cuerpo drogas o abusar del alcohol, pero casi nunca reparamos en que la acumulación de cosas más sutiles, también puede producir estas alteraciones.

Los descuidos frecuentes con nuestro cuerpo como no alimentarnos bien, mal dormir, no hacer ejercicio, el abuso de los estimulantes como el café, el tabaco o el azúcar, al igual que el exceso de trabajo, computadora o televisión, pueden llevar a nuestra mente a un estado alterado impidiéndonos funcionar correctamente.

Es por eso que muchas veces nos hemos llegado a sentir ansiosos, o nerviosos sin razón aparente, ya que cuando analizamos nuestro interior, encontramos que no hay razones - una presión, un evento o un pensamiento- que justifiquen la sensación. Todo es consecuencia de un cuerpo en mal estado que altera la mente, como un coche que no tiene bien sus niveles de aceite o agua y falla en consecuencia.

Este estado del cuerpo que contamina la mente, la podríamos denominar como “estado de ansiedad física”, y lo más peligroso es que suele crear círculos viciosos en la presencia y en la ausencia de la ansiedad emocional (la que se origina en nuestra mente como una reacción a cuestiones externas de tensión).

En la presencia de la ansiedad emocional, tendemos a descuidar nuestro cuerpo induciendo así, aún mayor ansiedad con nuestro cuerpo. Un ejemplo: cuando tenemos problemas amorosos dejamos de comer o lo hacemos en exceso, dormimos poco y abusamos del alcohol y el cigarro, profundizando el malestar y creando un círculo vicioso. Por otro lado, si no existe ansiedad emocional, cuando experimentamos ansiedad física y no sabemos que es causa del maltrato al cuerpo, tendemos a preocuparnos porque no identificamos la causa de la ansiedad, lo que genera otro círculo vicioso de sentirse ansioso por sentirse ansioso.

Es por esto que es muy importante conocer bien nuestro cuerpo e identificar qué acciones nos pueden llevar a ponernos ansiosos “físicamente” y evitarlas a toda costa para que nuestra mente funcione correctamente y nos permita, aún en la presión y la ansiedad, recuperarnos pronto, precisamente porque en esos momentos es de vital importancia contar con nosotros mismos.

Al lograr esta consciencia, podemos ser capaces de evitar estos círculos viciosos; y no sólo eso, también utilizar nuestro cuerpo para reducir la ansiedad emocional a través de la relajación, el ejercicio, la respiración y el bienestar físico.

Recuerda que si bien somos cuerpo y mente, no están separados, y el equilibrio y bienestar en ambos es vital para controlar la ansiedad y gozar de un mayor bienestar.

domingo, 19 de agosto de 2007

Bienvenidos


Queda abierto este blog que pretende ser un respiro frente al frenesí de la vida cotidiana, una herramienta y un punto de encuentro para aquellos que buscamos respuestas, tips, consejos y recomendaciones para vivir de una manera más consciente, segura, controlada y disfrutable.

Quisiera dedicar este blog, a todos los maestros, vivos y muertos que he tenido a lo largo de toda mi vida, a todos aquellos que con sus palabras y actos, plasmados en pláticas, consejos, libros, películas, canciones, clases, terapias, me han ayudado a comprender mejor mi mente y hacer de mi vida una experiencia increíblemente emocionante y disfrutable.

Pero sobre todo, mi mayor agradecimiento es para ti que te has tomado el tiempo en leer esto, que tienes el valor de aceptar que no eres perfecto, que la mayoría-sino es que todos- tus problemas son causa su propia mente; que has tomado la determinacíón de dejar de culpar al exterior y mejor trabajar en tu interior; en beneficio de los demás y de tí mismo.